jueves, 3 de julio de 2014

La ciudad de los prodigios - Eduardo Mendoza


Al ver el título de esta novela, nos preguntamos cuál será esa ciudad, o si sólo es un invento de su autor. Personalmente, cuando lo vi, enseguida me dije que sería un invento. Pero me equivoqué y lo reconozco, la ciudad existe y es tan tangible como un cuaderno, bueno, para mí no es taaaaan tangible porque me queda a unos cuantos
(demasiados, para mi gusto) kilómetros de distancia.
La ciudad de los prodigios es Barcelona y Eduardo Mendoza nos la muestra con una calidad exquisita, propia, seguramente, de quien gusta  que el lector imagine todo tal cual es, o era. Contándonos la historia de Onofre Bouvila, su protagonista, también nos cuenta la historia de esta ciudad que sí, está llena de prodigios, y uno de ellos es Onofre.

La historia comienza con nuestro héroe, un chiquillo al que recién le crecen los pelos, que llega a la ciudad condal con ganas de progresar un poco y borrar un pasado bastante privado de cosas y lleno de ausencias. Con sus pocos años pero mucha maña, Onofre progresa, y cómo. Aprovechando la Exposición Universal, que intenta modernizar la ciudad y la convierte en un caos, Onofre se abre paso en un mundo particularmente hostil. Si lo hace de buenas maneras o no, eso va a criterio del lector.
Lo cierto es que a medida que nos  relata las aventuras de Onofre y sus enredos que rozan la mafia, también nos cuenta cómo Barcelona fue adaptándose a esa modernidad galopante con rapidez y destreza de bailarina, aún con todos los impedimentos económicos e históricos que Madrid –eterna rival- le puso y le pone por delante. Una semejanza con Onofre, que se convierte en su poderoso y más importante ciudadano, y que también está lleno de misterios, como Barcelona.
Una obra imprescindible de leer, nunca aburre, siempre entretiene, y con muy logrados “saltos” desde el presente de la novela hacia el pasado.


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